lunes, 20 de enero de 2014

El chasqui


 

 

 

Titulo: El chasqui

Obra: cuento infantil

 

 

 



 

 

 

 

 

 
Solitario y con rumbo marcado, iba el chasqui de pueblo en pueblo, entregando sobres paquetes y noticias, que iban de boca en boca entre los vecinos de Buenos Aires. Agotado luego de un gran recorrido por los campos, tomo un descanso en la pulpería de Don Manolo, conocido en los alrededores por sus existo refrescos.

Recostado en un banco a la entrada de la pulpería, debajo de un gran paraíso con los ojos cerrados se encontraba el Chasqui. Entre el ruido de los pájaros y el bullicio de la gente que entraba y salía de la pulpería, escucho a dos señoras que hablaban al pasar de un árbol sobre higo, mejor dicho de todos los arboles de higo. Esto interezo al chasqui y en vez de abrir un ojo, paro una oreja.  

La voz de una de las señoras, era aguda y suave, como el maullido de un gato. La voz de la otra era imponente y curiosa.-Vio doña Elvira, hoy es la fecha- dijo doña Luisa, la señora de voz imponente y curiosa.-Tranquila, doña Luisa, esas son mentiras, cuentos para asustar a los niños-dijo doña Elvira.

-No, no doña es verdad. A mi cuñada  doña María la costurera, esa que vive trente a la plaza de los naranjos. Tiene un árbol de higo en su jardín, y todos los años le pasa lo mismo. Ella junto a su marido hacen guardia tras las cortinas, esperando que sea media noche.

-Y ¿Para qué esperan? –Pregunto doña Elvira con curiosidad.

-¡Como para que esperan!, para que no se les meta adentro de la casa.

-MMM, para mí que es cuento.

-No doña Elvira, le digo que debe ser verdad. Todos los 31 de julio a la medianoche frente a un árbol de higo aparece un espíritu, imagínese usted doña Elvira un fantasma con todas las letras.

- Patrañas doña, si no lo veo no lo creo-dijo doña Elvira.

Ambas señoras siguieron su camino.

El chasqui, ya con los dos ojos abiertos, y luego de haber escuchado tal relato de la señora y su cuñada, recordó que en la nueva posada en la cual se alojaba, había visto un pequeño árbol de higo. Tan pequeño que todavía se encontraba en una maceta.

Esa noche el chasqui, luego de un largo día entregando sobres, paquetes y noticias

 Y dispuso a ponerse su pijama de tiradores y sus pantuflas tejidas a mano por su tía cándida, la tejedora mas ajila de los montes. Con pijama puesto, mientras cerraba la ventana y acomodaba las cortinas de la habitación, vio el pequeño árbol de higo y recordó la conversación de las dos señoras.

 

 

         Miro el reloj y solo faltaba una hora para la medianoche. Sin pensarlo más el chasqui cerró las ventanas y se metió rapidito en la cama.  Mientras recordaba y repasaba la conversación de esas dos señoras aquella tarde, diagramaba, en voz alta  su próximo recorrido de cartas y paquetes,- la posada de don Ernesto, la estancia de don Julio, que tiene unos naranjos deliciosos-decía el chasqui, y mientras se le hacía agua la boca pensando en aquellos jugosos naranjos, escucho un ruido extraño que venía de afuera, como el de una piedra que sin querer cayó en su ventana. El chasqui sin dudarlo se levanto con tenedor en mano, preparado para enfrentar al fantasma. Miro por la ventana y efectivamente era una piedra que cayó en su ventana. Resulto ser que doña Berta la dueña de la posada se encontraba barriendo el techo.

      -Pero doña Berta-dijo el chasqui-a esta hora barriendo el techo.

      -Y bueno amigo uno hace cuando puede-contesto doña Berta.

      Así fue como el chasqui volvió a su camita, cansado, pero eso si atento y sin   abandonar su arma caza fantasma, el tenedor.

 Unos minutos después escucho un ruido muy extraño, otra vez venia de afuera.

Ese ruido que nuevamente atentaba contra la tranquilidad del chasqui, era como si una persona estuviera barriendo el jardín. El chasqui con tenedor en mano, salto de la cama corrió la cortina, y efectivamente era una persona barriendo el jardín. Era don José el marido de doña Berta, arreglando un poco el jardín.

   -Como le va amigo. No puede dormir-Pregunto don José al chasqui.

  -Como se le ocurre estar en el jardín a esta hora hombre, y junto a ese árbol de higo.

  -Pero no amigo este no es un árbol de higo-respondió don José-  Es un hermoso y  pequeño paraíso. El que tiene usted junto a su cama, ese si es un árbol de higo.

El chasqui blanco como un papel, abrió los ojos hasta más no poder, y desmayado con tenedor en mano quedo debajo de la ventana, y cerquita del árbol de higo.

Así fue como el chasqui comenzó finalizo su día, y se quedo sin saber si a la medianoche aparecería un fantasma frente al árbol de higo.

            

 

FIN

 

 

 

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